Josué de Castro y la diplomacia del hambre

José Graziano participa en el lanzamiento del libro sobre el pensamiento de Josué de Castro este viernes (16/02) en La Habana, Cuba

IFZ | 15/02/2024

Hablar de Josué de Castro 50 años después de su muerte es, al mismo tiempo, enfrentarse a una figura histórica que es un monumento en su campo de estudio, pero también un legado casi olvidado. El ostentoso silencio en el 50 aniversario de su muerte simboliza la dificultad de Brasil para construir un panteón de símbolos y héroes, que repercuta en la construcción de una visión del pasado que pueda proyectar e inspirar un futuro posible para el país.

Médico, político, geógrafo, nutriólogo. Lejos de ser un personaje cuya contribución fuera fragmentaria, Josué de Castro construyó una obra diversa cuya característica unificadora fue su preocupación por el hambre y la mala nutrición, lo que se refleja en los textos que componen este libro.

Son artículos que recuperan documentos aún inéditos, que repasan ampliamente la bibliografía más reciente relacionada directa e indirectamente con el autor, que muestran al médico, al político, pero también al escritor de ficción, dando profundidad a este retrato celebratorio de Josué de Castro. Ningún resumen sería capaz de dar cumplida cuenta de este caudal de historias, por lo que los párrafos que siguen pretenden ser sólo un aperitivo de su suculento contenido.

En el primer articulo de la coletanea, Marina Gusmão de Mendonça recuerda la lucha de Josué de Castro contra las distorsiones del neomalthusianismo y del ecologismo neomalthusiano. Atribuyendo la pobreza a la explosión demográfica de las clases menos favorecidas, desviando el análisis de la necesaria distribución de la riqueza, la ideología neomalthusiana vinculaba el crecimiento continuo de la población a la destrucción del medio ambiente. Josué presentó alternativas como el aumento de la productividad y la modificación de la estructura de la propiedad de la tierra para combatir el hambre.

O segundo texto, de Adriana Salay, propone una lectura de la contribución de Josué través de las categorías de hambre epidémica, que ocupa los titulares de forma espectacular; y del hambre endémica, que la entonces nueva ciencia de la nutrición denominaba malnutrición. Tras viajar a estudiar a EE.UU. y Argentina, separó Brasil en zonas de hambre endémica, hambre epidémica y desnutrición en su Geografía del hambre (1946). Posteriormente, Castro refinó su pensamiento para señalar el hambre como una cuestión que trasciende los problemas de abastecimiento o naturales, para vincularse también a la capacidad de acceso a los alimentos, un problema social.

En el tercer texto ,  “El hambre y los Estados Unidos: Josué de Castro y la crítica  del hambre en el centro del poder mundial”, Thiago Lima muestra la presencia en los discursos del político brasileño de un permanente sentimiento de indignación ante la persistencia del hambre, a pesar de los avances científicos logrados internacionalmente. Una persistencia que, para el geógrafo, sólo podía explicarse por la falta de prioridad política concedida a la cuestión, como demostraba la persistencia del hambre en los propios Estados Unidos. Castro  destacó la persistencia del hambre en el Sur esclavista de EE.UU., con 50 millones de personas que vivían desnutridas en el país a principios de la década de 1970.

El cuarto texto de Kenia Sousa Rios, en “¿Cómo decir hambre? El sol, la sandía y el ojo de Dios”, analiza la escritura de ficción de Josué de Castro, que veía en ella un medio para abordar el sufrimiento de los que pasan hambre. Kenia recuerda que la ficción estaba presente en  “ Documentarlo do Nordeste”, una de sus primeras publicaciones, así como en Homens e caranguejos, una de las últimas obras de Castro. Kenia cree que Castro entiende el “retrato fiel” del hambre en la literatura nordestina como un esfuerzo por garantizar el compromiso del lector, una estética de  la palabra que impregna las publicaciones del autor.

En el quinto texto ‘ “Un ciudadano del mundo en la Guerra Fría: Josué de Castro y la salud internacional”, Rômulo de Andrade destaca la frustración expresada en 1960, cuando Josué de Castro publicó O livro negro da fome, ante la ausencia de proyectos concretos de lucha contra el hambre en los organismos internacionales. Durante la Guerra Fría, Rômulo cree que la lucha contra el hambre se subordinó a la lógica de la promoción de la salud como factor de desarrollo, en el marco de los esfuerzos anticomunistas. Rômulo señala  que la FAO, em esa epoca empezó gradualmente a centrarse en el aumento de la producción de alimentos y la cooperación técnica con los países periféricos.

En el sexto articulo de la coletanea Diana Daros, Miguel Enrique Stedile y Simoni Sagaz, en “Toda la tierra de los hombres ha sido también la tierra del hambre: Josué de Castro y la reforma agraria”, presentan el autor como defensor de la reforma agraria y partidario de las Ligas Campesinas.  El artículo alinea el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), fundado en 1984, con las enseñanzas de Castro, destacando la creación, en 1995, del Instituto de Educación Josué de Castro, ubicado en el Asentamiento Filhos de Sepé (Rio Grande do Sul), y dedicado a la enseñanza media técnica para jóvenes y adultos de las áreas de reforma agraria.

En el sétimo texto, Renato Carvalheira do Nascimento, destaca “El papel de la sociedad civil en el ámbito de la soberanía y seguridad alimentaria y nutricional en Brasil: la contribución de Josué de Castro”. El aporta su contribución para comprender la importancia del papel de la sociedad civil en la construcción de la Política y Sistema Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (SISAN)” recuerdando que la sociedad civil brasileña reconoció la contribución de Josué de Castro cuando lo eligió patrono del Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Consea) en 2004, homenaje que mantuvo después de que se recreara el Consea en 2023. El artículo recuerda que la ASCOFAM (fundada en 1957 en Ginebra) apoyó la la elaboración de estudios que apoyaron la formulación del Proyecto de Ley nº 11 de 1959, presentado por el entonces diputado federal Josué de Castro.

Carla Barroso Carneiro, aporta al libro el octavo artículo “Recife, Vincennes, Amazonia, Capibaribe: itinerarios de Josué de Castro”, en el que analiza un texto coordinado por Castro cuando enseñaba en la Universidad de Vincennes, para ser presentado en la Conferencia de Estocolmo sobre el Medio Ambiente Humano, en 1972. En este texto, que nunca ha sido publicado antes en su totalidad, Castro propone una definición del medio ambiente que indica su comprensión del vínculo crucial entre las cuestiones medioambientales y las relacionadas con la justicia social. El texto de Castro concluye con una sección titulada “estrategia para la acción”, en la que es pionera su propuesta de un derecho internacional del medio ambiente.

El noveno texto, de Helder Remigio de Amorim, “Josué de Castro y la lucha contra el hambre: el segundo gobierno Vargas, la Comisión de Bienestar Social y la FAO”, recuerda que, tras la publicación de Geografía del Hambre, Josué de Castro inició su carrera como uno de los delegados de Brasil en la Conferencia General de la entonces recién creada Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), entonces con sede en la capital estadounidense, donde fue elegido vicepresidente de la Comisión de Actividades Técnicas. Helder atribuye a esta intensificación de su actividad internacional la transición en el pensamiento de Josué, que pasó a tratar con más frecuencia el desarrollo y el subdesarrollo, así como el colonialismo. Para Helder, la victoria de Josué de Castro en la segunda vuelta de las elecciones a la Presidencia Independiente del Consejo de la FAO, frente a un candidato británico, por 34 a 30 votos, se debió a su inclusión, a través de diversas conferencias sobre nutrición, en las delegaciones brasileñas que participaban en los debates de la FAO sobre alimentación. 

En el decimo y ultimo artículo  “Boyd Orr y Josué de Castro: propuestas para otra FAO”, José Graziano da Silva describe las iniciativas de Josué de Castro para poner en práctica  las ideas de Sir Boyd Orr, primer director general de la FAO. Ambos médicos, iniciaron sus carreras profesionales en contacto con poblaciones vulnerables a la malnutrición en sus países de origen.  Ambos habían diagnosticado el hambre como la principal enfermedad de sus pacientes y ambos no veían cómo podía coexistir una paz duradera con poblaciones desnutridas.

Tras centrarse en el contexto internacional en el que se creó la FAO, en el marco de sucesivas fases desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Graziano trae a colación la aprobación, en el ambiente eufórico de la primera Conferencia de la FAO en 1945 en Washington, de la propuesta de Boyd Orr de crear un Consejo Mundial de la Alimentación para mantener y gestionar las reservas de alimentos que se venderían a precios reducidos a los países con dificultades. Explica que la puesta en práctica de la iniciativa fue obstaculizada por EE.UU. y el Reino Unido en la siguiente Conferencia, en Copenhague, en una medida que supuso un cambio de trayectoria para la FAO, que comenzó a centrarse en la asistencia técnica a los paises miembros.

Fue una reorientación que conflito con los esfuerzos posteriores de Josué como primero presidente del Consejo de la FAO  procedente de un país en desarrollo. Su compromiso se renovó en su discurso de reelección en 1953, cuando abogó por retomar la idea del Consejo Mundial de la Alimentación, defendida anteriormente por Borr. Graziano recupera discursos aún inéditos de ambos encontrados en los archivos de la FAO, para identificar las coincidencias entre propuestas ambiciosas, que contrastaban con los logros reales que la FAO alcanzaría en aquellos años. Ambos, Orr y Castro, concluye Graziano, aportaron convicción a su trabajo, así como la frustración de las posibilidades reales dentro de una agencia de Naciones Unidas que no tenia los medios para actuar directamente contra el hambre limitada a la assistencia tecnica a los paises para mejorar la producion de alimentos.

El hambre en el mundo, siempre presente y ahora resurgente, exige recuperar la contribución de este polifacético brasileño. Los datos para 2023 del SOFI, el informe anual sobre el hambre en el mundo elaborado por la FAO y otras cuatro agencias de la ONU, no permiten ser optimistas. A las causas estructurales del hambre (especialmente la mala distribuicion del ingreso) se suman la multiplicación de los conflictos, la mayor frecuencia de las emergencias climáticas y la reciente pandemia mundial de Covid-19. En la actualidad, alrededor del 9% de la población mundial, es decir, casi 740 millones de seres humanos, están subalimentados, es decir, padecen hambre.

Son cifras que autorizan a pedir respuestas urgentes a la pregunta permanente de por qué prevalece el hambre en un mundo que produce lo suficiente para alimentar a todos. La respuesta ya la dio Josué de Castro hace casi un siglo: el hambre es el resultado de las relaciones sociales y económicas que han establecido los pueblos, que condenan a muchos países a la falta de desarrollo, sobre todo en lo que hoy llamamos el “Sur Global”.

José Graziano da Silva, Carla Barroso e Saulo Ceolin

Baixe aqui “Josué de Castro e a diplomacia da fome” (Português, em formato pdf)

Descarga aquí “Josué de Castro y la diplomacia del hambre” (Espanhol, em formato pdf)

Descargue aquí la presentación utilizada por José Graziano en el acto de lanzamento del libro